martes, 9 de febrero de 2016

Bienvenidos al blog

Hola a todos y todas los tipos con suerte que por decisión o por azar, habéis caído en esta página, concretamente en el apartado de blog.

Ésta es la sección que dio origen a todo. Aquí, semana a semana durante 4 años, he ido compartiendo mi suerte en forma de anécdotas y trucos con un sólo objetivo: aportar mi granito de arena para ayudarte a ser feliz. 


Como te habrás dado cuenta, la frecuencia de mis publicaciones ha bajado considerablemente y es que, cada vez más, comparto mi suerte en directo en charlas, talleres y cursos que se comen mi tiempo de escribir. Así que he decidido dejar este post a modo de aviso: no te asustes si ves que no escribo, sigo aquí compartiendo suerte.

Si quieres tu ración, te invito a venir a una de mis charlas (son gratis, eh?), puedes ver el calendario con las próximas sesiones en el apartado charlas. Y si te animas, puedes organizar una con tu asociación, entidad o empresa. ¡Sólo ponte en contacto conmigo!

Si te va más lo de leer, puedes echarle un vistazo a la sección de opinión del Notícies Tgn o entrar en el apartado de Notícies Tgn de esta misma web. Y si lo que realmente te gusta es el blog, aquí tienes más de 200 entradas escritas. Estoy seguro de que no las has leído todas así que te invito a bucear un poco. Un truquillo, si quieres leer sobre algún tema en concreto, puedes usar el buscador.

Por mi parte, buscaré ratillos entre curso y curso para compartir reflexiones, trucos y demás ocurrencias para contagiarte un poco de suerte y seguiré trabajando en nuevos proyectos de los que aún no te puedo decir nada.

miércoles, 17 de junio de 2015

Coeficiente R

Para mí hay dos cosas constantes en el universo: la velocidad de la luz y el coeficiente R. Como yo de física no sé demasiado y me da la sensación de que tampoco has entrado aquí para aprender ciencias, dejaremos lo de la velocidad de la luz para los documentales de la NASA y me centraré en el coeficiente R. ¿No lo habías oído nombrar nunca? No te preocupes, es una teoría a la que hace tiempo que le doy vueltas pero que estoy inventando ahora mismo conforme escribo.

Seguro que te has dado cuenta de que hay gente que no ayuda demasiado a que el mundo vaya mejor, bien por incapacidad, bien por falta de buena voluntad o por una combinación de las dos cosas. Te estoy hablando de ese que te roba el móvil en el vestuario del gimnasio o de la señora que se cuela en la panadería. Gente que en el mejor de los casos se aprovecha de los demás y en el peor además disfruta. Esa gente que la ves y piensas: pero que tonta que eres. Por otro lado tienes gente como el fontanero que te deja una semana sin luz y se queda tan ancho. Personas que no dan para más y te hacen repetir lo de: ¿tú eres tonto o qué? El colmo ya son aquellos que hace combo de maldad e incapacidad, como el político que roba y encima le pillan. Sin comentarios. Todas esas personas tienen algo en común, no ayudan a crear buen rollo y no ayudan a que todos estemos mejor. Son gente que no suma, resta. De ahí viene lo de coeficiente R, personas que Restan. Primero pensé en llamarlo coeficiente T, de tonto, pero creo que no se puede decir tonto en un blog así que mejor lo dejamos como está.


Pues bien, mi teoría es que el porcentaje de gente R es el mismo para cualquier colectivo de personas. Hay la misma proporción de gente R entre los seguidores del Barça que en los seguidores del Madrid. Simpatizantes del PP o de Podemos, hombres o mujeres, taxistas o políticos, rubios o morenos… estoy convencido de que no importa cómo hagas la división de la sociedad, habrá el mismo número de personas malas y personas inútiles en cada una de las dos mitades. Y sino compruébalo. Si he de ser sincero, aún no he podido demostrar mi teoría. Quizás algún día me animo a hacer un estudio y quién sabe si me acabarán dando un Nobel o dos. Si se confirma que existe esta constante podríamos sacar dos conclusiones. La primera es un poco triste: por muy bien que trabajes tú, tu grupo de gente (empresa, equipo de futbol, coro de canto….) nunca funcionará al 100% porque, mientras tú sumas, hay gente que va restando. Puede sonar duro pero a mí me ha ayudado a ajustar mis expectativas y evitar frustración. También me ha servido para hacer una reflexión: con la cantidad de gente que resta, yo me tengo que poner las pilas y sumar todo lo que pueda. La segunda conclusión a la que llegaríamos de demostrar mi teoría me deja mejor sabor de boca. Las rivalidades se suelen alimentar de la gente R del otro bando. El político que roba, el futbolista que habla demasiado, el policía que pega…. Estas personas R hacen que te de rabia todo su colectivo. Pero si se confirma mi intuición, quizás veremos que hay tantos políticos con dinero en Suiza como paletas que hacen facturas sin IVA. Y entonces nos quedará más remedio que hacer otra reflexión, una ginquestion: ¿y si en vez de juzgar al colectivo, juzgamos a la persona?

miércoles, 3 de junio de 2015

Efecto Cola Cao

Llega el calor y con él van llegando los estudiantes que se han pasado todo el año fuera. En casa matan un cordero para el hijo pródigo y los amigos preparan la fiesta a base de destilados. Los primeros días pasan volando entre la mudanza y los cafés que tenías pendientes, pero cuando las aguas vuelven a su cauce, llega el momento de pensar y el efecto Cola Cao. Es un efecto curioso que también sufren las personas que pasan por un proceso de coaching o alguna experiencia de autoconocimiento.

Vivir fuera de casa una temporada, aunque solo sean unos meses, te cambia la vida. A parte de tenerte que apañar por tu cuenta, lo que es todo un reto, aprendes que tu cultura, costumbres, comida, etc… no son los únicos del mundo. Durante los meses que pasas fuera vas abriendo tu mente y cambiando la forma de pensar casi sin darte cuenta hasta convertirte en una persona nueva. Si fueras un Pokémon, dirías que has evolucionado. Lo mismo te puede pasar si haces un proceso de coaching, terapia psicológica o cualquier experiencia de vida que te cambie la forma de ver las cosas. A veces esta nueva visión entra como una bocanada de aire fresco que te da mucha energía. Como si hubieses descubierto la receta de la felicidad y la quisieses compartir con todo el mundo. Puerta a puerta, como el que vende enciclopedias, quieres explicar a los cuatro vientos las bondades del yoga. Otras veces te sientes como si te hubiesen revelado el secreto del universo, una verdad irrefutable que todo el mundo tendría que aplicar: Hay que viajar por todo el mundo para conocer otras culturas.

El caso es que tu gente, familia y amigos, no acaban de compartir esa nueva visión y no te hacen mucho caso. Eso te decepciona, notas que no acabas de encajar con estas personas porque no son capaces de seguirte en tu evolución. Así que, más consciente o inconscientemente, acabas buscando otra gente que comparte tu nueva visión dejando a los de toda la vida un poco de lado. Así es como cambias a los amigos del cole por los amigos de la universidad, los compañeros de futbol por los del curso de coaching y tu pareja por alguien del curso de cocina vegetariana.

Podríamos explicar por qué pasa esto. Podríamos decir que es un truco del cerebro que tiene preferencia por las cosas nuevas y buenas, es la forma que tenemos de evolucionar. Pero hoy prefiero revelarte un secreto: este efecto es como poner Cola Cao en un vaso de leche sin mezclarlo. Si lo comparas con el vaso de tu mejor amigo, no se parecen en nada porque el tuyo tiene una montaña de polvo marrón encima. De hecho, tu vaso se parece más al del compañero del último curso que has hecho, aunque él ha puesto el Cola Cao en un vaso de agua, ahora los dos han quedado con la misma montaña de polvo encima. Pero cuando pase la novedad y el Cola Cao se disuelva,  quizás tu vaso se parezca más al de tu mejor amigo. Al fin y al cabo, los dos habéis crecido juntos llenando el vaso de leche. Por eso, cuando pasa suficiente tiempo, vuelves a conectar con tu gente y te das cuenta de una cosa: si han estado a tu lado toda la vida, será por algo. Así que todo vuelve a la normalidad. Es una historia con final feliz para todos excepto quizás para las relaciones de pareja. Un minuto de silencio por todas las parejas caídas por el efecto Cola Cao.