Hola a todos y todas los tipos con suerte que por decisión o por azar, habéis caído en esta página, concretamente en el apartado de blog.
Ésta es la sección que dio origen a todo. Aquí, semana a semana durante 4 años, he ido compartiendo mi suerte en forma de anécdotas y trucos con un sólo objetivo: aportar mi granito de arena para ayudarte a ser feliz.
Como te habrás dado cuenta, la frecuencia de mis publicaciones ha bajado considerablemente y es que, cada vez más, comparto mi suerte en directo en charlas, talleres y cursos que se comen mi tiempo de escribir. Así que he decidido dejar este post a modo de aviso: no te asustes si ves que no escribo, sigo aquí compartiendo suerte.
Si quieres tu ración, te invito a venir a una de mis charlas (son gratis, eh?), puedes ver el calendario con las próximas sesiones en el apartado charlas. Y si te animas, puedes organizar una con tu asociación, entidad o empresa. ¡Sólo ponte en contacto conmigo!
Si te va más lo de leer, puedes echarle un vistazo a la sección de opinión del Notícies Tgn o entrar en el apartado de Notícies Tgn de esta misma web. Y si lo que realmente te gusta es el blog, aquí tienes más de 200 entradas escritas. Estoy seguro de que no las has leído todas así que te invito a bucear un poco. Un truquillo, si quieres leer sobre algún tema en concreto, puedes usar el buscador.
Por mi parte, buscaré ratillos entre curso y curso para compartir reflexiones, trucos y demás ocurrencias para contagiarte un poco de suerte y seguiré trabajando en nuevos proyectos de los que aún no te puedo decir nada.
martes, 9 de febrero de 2016
miércoles, 17 de junio de 2015
Coeficiente R
Para mí hay dos
cosas constantes en el universo: la velocidad de la luz y el coeficiente R.
Como yo de física no sé demasiado y me da la sensación de que tampoco has
entrado aquí para aprender ciencias, dejaremos lo de la velocidad de la luz
para los documentales de la NASA y me centraré en el coeficiente R. ¿No lo
habías oído nombrar nunca? No te preocupes, es una teoría a la que hace tiempo que
le doy vueltas pero que estoy inventando ahora mismo conforme escribo.
Seguro que te has
dado cuenta de que hay gente que no ayuda demasiado a que el mundo vaya mejor,
bien por incapacidad, bien por falta de buena voluntad o por una combinación de
las dos cosas. Te estoy hablando de ese que te roba el móvil en el vestuario
del gimnasio o de la señora que se cuela en la panadería. Gente que en el mejor
de los casos se aprovecha de los demás y en el peor además disfruta. Esa gente
que la ves y piensas: pero que tonta que eres. Por otro lado tienes gente como
el fontanero que te deja una semana sin luz y se queda tan ancho. Personas que
no dan para más y te hacen repetir lo de: ¿tú eres tonto o qué? El colmo ya son
aquellos que hace combo de maldad e incapacidad, como el político que roba y
encima le pillan. Sin comentarios. Todas esas personas tienen algo en común, no
ayudan a crear buen rollo y no ayudan a que todos estemos mejor. Son gente que
no suma, resta. De ahí viene lo de coeficiente R, personas que Restan. Primero
pensé en llamarlo coeficiente T, de tonto, pero creo que no se puede decir
tonto en un blog así que mejor lo dejamos como está.
Pues bien, mi
teoría es que el porcentaje de gente R es el mismo para cualquier colectivo de
personas. Hay la misma proporción de gente R entre los seguidores del Barça que
en los seguidores del Madrid. Simpatizantes del PP o de Podemos, hombres o
mujeres, taxistas o políticos, rubios o morenos… estoy convencido de que no
importa cómo hagas la división de la sociedad, habrá el mismo número de
personas malas y personas inútiles en cada una de las dos mitades. Y sino
compruébalo. Si he de ser sincero, aún no he podido demostrar mi teoría. Quizás
algún día me animo a hacer un estudio y quién sabe si me acabarán dando un
Nobel o dos. Si se confirma que existe esta constante podríamos sacar dos
conclusiones. La primera es un poco triste: por muy bien que trabajes tú, tu
grupo de gente (empresa, equipo de futbol, coro de canto….) nunca funcionará al
100% porque, mientras tú sumas, hay gente que va restando. Puede sonar duro
pero a mí me ha ayudado a ajustar mis expectativas y evitar frustración.
También me ha servido para hacer una reflexión: con la cantidad de gente que
resta, yo me tengo que poner las pilas y sumar todo lo que pueda. La segunda
conclusión a la que llegaríamos de demostrar mi teoría me deja mejor sabor de
boca. Las rivalidades se suelen alimentar de la gente R del otro bando. El
político que roba, el futbolista que habla demasiado, el policía que pega….
Estas personas R hacen que te de rabia todo su colectivo. Pero si se confirma
mi intuición, quizás veremos que hay tantos políticos con dinero en Suiza como
paletas que hacen facturas sin IVA. Y entonces nos quedará más remedio que hacer
otra reflexión, una ginquestion: ¿y si en vez de juzgar al colectivo, juzgamos
a la persona?
miércoles, 3 de junio de 2015
Efecto Cola Cao
Llega el calor y con él van llegando los
estudiantes que se han pasado todo el año fuera. En casa matan un cordero para
el hijo pródigo y los amigos preparan la fiesta a base de destilados. Los
primeros días pasan volando entre la mudanza y los cafés que tenías pendientes,
pero cuando las aguas vuelven a su cauce, llega el momento de pensar y el
efecto Cola Cao. Es un efecto curioso que también sufren las personas que pasan
por un proceso de coaching o alguna experiencia de autoconocimiento.
Vivir fuera de casa una temporada, aunque
solo sean unos meses, te cambia la vida. A parte de tenerte que apañar por tu
cuenta, lo que es todo un reto, aprendes que tu cultura, costumbres, comida,
etc… no son los únicos del mundo. Durante los meses que pasas fuera vas abriendo
tu mente y cambiando la forma de pensar casi sin darte cuenta hasta convertirte
en una persona nueva. Si fueras un Pokémon, dirías que has evolucionado. Lo
mismo te puede pasar si haces un proceso de coaching, terapia psicológica o
cualquier experiencia de vida que te cambie la forma de ver las cosas. A veces
esta nueva visión entra como una bocanada de aire fresco que te da mucha
energía. Como si hubieses descubierto la receta de la felicidad y la quisieses
compartir con todo el mundo. Puerta a puerta, como el que vende enciclopedias,
quieres explicar a los cuatro vientos las bondades del yoga. Otras veces te
sientes como si te hubiesen revelado el secreto del universo, una verdad
irrefutable que todo el mundo tendría que aplicar: Hay que viajar por todo el
mundo para conocer otras culturas.
El caso es que tu gente, familia y amigos,
no acaban de compartir esa nueva visión y no te hacen mucho caso. Eso te
decepciona, notas que no acabas de encajar con estas personas porque no son
capaces de seguirte en tu evolución. Así que, más consciente o inconscientemente,
acabas buscando otra gente que comparte tu nueva visión dejando a los de toda
la vida un poco de lado. Así es como cambias a los amigos del cole por los
amigos de la universidad, los compañeros de futbol por los del curso de
coaching y tu pareja por alguien del curso de cocina vegetariana.
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